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Río de Janeiro.- En su primera participación en una cumbre de líderes del G20, el presidente argentino, Javier Milei, exhibió sus recetas libertarias contra la agenda de desarrollo y allanó el camino para el regreso del estadounidense Donald Trump al foro en 2025.

Milei ha acaparado buena parte de los focos de la cita de Río de Janeiro, donde volvió a ondear la bandera del «capitalismo de libre mercado» como solución a todos los males del planeta, incluido el hambre y la pobreza.

Algunas delegaciones presentes en el G20 consideran en los corrillos que la postura de Milei es «poco seria» y responde a un interés por presentarse en este escenario internacional como un acólito del presidente estadounidense electo, Donald Trump, conocedor de que con su regreso el mundo se enfrenta a un cambio de ciclo.

Milei necesita ser la voz discordante para ganarse el reconocimiento de Trump, ya que el lenguaje de la declaración final era muy suave, concuerdan algunos funcionarios.

Milei saca su propia declaración

Y es que el dirigente libertario publicó hasta su propia declaración antes incluso de que fuera divulgado el documento oficial de líderes del G20, que reúne a las mayores economías del mundo.

En ella, el Gobierno argentino anunció que se desmarcaba de todo el contenido relacionado con la Agenda 2030, que tiene entre sus objetivos aunar esfuerzos internacionales para acabar con la pobreza, empoderar a las mujeres y luchar contra el cambio climático.

«Hoy, lo que rige en la comunidad internacional es un esquema de imposición. No uno de cooperación simétrica y autónoma», afirmó Milei durante su intervención en la plenaria del lunes sobre la reforma del multilateralismo.

Rechazó la etiqueta «gobernanza global» y aseguró que «muchas de las políticas» que promueven los organismos internacionales «vulneran los derechos a la vida, la libertad y la propiedad privada».

«Si se trata de inventar privilegios de sexo, de raza, de clase o cualquier minoría, y negar el principio de igualdad ante la ley, no cuenten con nosotros», remarcó en su intervención.

En los momentos de distensión dentro de la sala plenaria, el dirigente libertario mostró una enorme complicidad con su par francés, Emmanuel Macron, quien le visitó en la Casa Rosada justo antes de la cumbre.

En Río, Milei también ha aprovechado para tener una serie de reuniones bilaterales. La más relevante, con el presidente chino, Xi Jinping.

Para el mandatario argentino, Pekín le parece ahora un «socio comercial muy interesante» porque «no exige nada» y «lo único que piden es que no los molesten», según declaró hace unos meses. Todo ello después de haber defendido a capa y espada «el mundo libre» frente a los países «comunistas».

Un tenso y frío saludo con Lula

La presencia de Milei en Río también fue altamente simbólica porque era la primera vez que acudía, con una agenda oficial, al país vecino, la casa de su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, a quien insultó en repetidas ocasiones con calificativos como «ladrón» y «corrupto».

Con el diálogo a nivel presidencial roto entre las dos mayores economías de Sudamérica, Lula recibió a Milei en el Museo de Arte Moderno de Río, sede de la cumbre del G20, y le estrechó la mano con extrema frialdad.

El rostro serio de Lula en la foto oficial con Milei ha circulado como la pólvora en redes sociales, convirtiéndose en un meme en el que Lula posa sonriente con el resto de líderes del G20, menos con Milei.

Como guinda a su participación en el G20, el presidente argentino no estuvo presente en la foto de familia oficial para la que posaron la gran mayoría de los líderes.

La foto se tomó este martes puesto que en el primer intento, el lunes, estuvieron ausentes el estadounidense Joe Biden, el canadiense Justin Trudeau y la italiana Giorgia Meloni.